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SEGURIDAD REFORZADA EN EDIFICIOS DE CÓRDOBA

Atemorizados por la escalada delictiva, y por la inseguridad adicional que se verifica durante la pandemia del coronavirus, propietarios e inquilinos han reforzado los sistemas de prevención y control en los ingresos a los edificios de Córdoba.
En efecto, han colocado rejas y sistemas electrónicos para evitar el ingreso de intrusos. Sin embargo, la proliferación de hechos delictivos al interior de los complejos demuestra que esas medidas resultan insuficientes, tanto más si no se cuenta con vigiladores privados.
Vecinos y porteros de consorcios ubicados en distintos puntos de nuestra ciudad -con prevalencia de los situados en el Centro, en los barrios Nueva Córdoba, Alberdi, Alta Córdoba, Cofico y General Paz- han reiterado sus advertencias sobre esas situaciones de inseguridad, en especial por los robos perpetrados en departamentos.
 
De todos modos, la instalación de cámaras de seguridad no ha disuadido a los malhechores y ha servido, a lo sumo, para observar los hechos consumados, sin siquiera poder identificar a quienes perpetraron los atracos.
 
En ese contexto, los consorcistas reclaman, además de mayor presencia policial, vigilancia física permanente, en la medida en que los agentes estatales, aun con el incremento de patrullas callejeras, no garantizan, sea cual fuere la franja horaria, la protección de bienes y de personas.
 
La necesidad de seguridad privada no es antojadiza: los robos se han multiplicado y se han presentado en diferentes modalidades, como, por caso, el uso de llaves magnéticas de acceso por parte de personas ajenas a los edificios; el aprovechamiento de terrazas y de los movimientos desprevenidos en cocheras.
 
En todos los casos, los consorcios cuyos reaseguros han sido vulnerados no disponían de la presencia de vigiladores, que, como lo demuestra la experiencia, hubiesen brindado controles más precisos y efectivos.

SEGURIDAD PRIVADA EN ESTADOS DE EXCEPCIÓN

En el marco de la emergencia sanitaria y aislamiento social obligatorio para evitar la propagación del coronavirus, que ha determinado un estado o régimen de excepción, con restricciones en la circulación de personas en espacios públicos, a pesar de las actividades flexibilizadas, se verifica un incremento de las necesidades de seguridad. El rol de los vigiladores, oficialmente declarado esencial, debe responder a distintas consideraciones de modo, tiempo y lugar, a los que deben adecuarse los protocolos de actuación. 

En materia de seguridad privada, tener bajo control los principales factores que determinan un efectivo servicio de vigilancia depende en buena medida de los procedimientos que se estipulen que, en condiciones normales, deben aplicarse de acuerdo con la naturaleza de los objetivos y con estricta observancia de lo convenido.

En situaciones de excepcionalidad, como acontece por el Covid-19, la reducción de las contingencias a que están expuestas las personas, así como también el cuidado de sus bienes, exige la observación atenta de la realidad, la evaluación circunstanciada de los riesgos y modalidades operativas integrales.

VIGILANCIA EN URBANIZACIONES

En urbanizaciones de distinta tipología, en particular countries y barrios cerrados, los guardias privados deben reducir los incidentes tanto como los riesgos de hechos delictivos, instrumentando efectivos procedimientos de vigilancia, prevención y control que aseguren la protección de personas y bienes.

Con un enfoque preventivo en sus tareas, los guardias que se precien garantizan, en efecto, que no se produzcan situaciones fuera de lo normal, a la vez que se anticipan a las contingencias que facilitan los episodios ilícitos, cualquiera sea su rango de peligro.

Por lo pronto, los vigiladores deben controlar el ingreso y egreso de transeúntes y automóviles, verificando la identidad de las personas ajenas al lugar e indagando sobre los motivos por los cuales concurren, a quiénes buscan y a qué vivienda se dirigen, así como también las chapas patentes, si accedieran en vehículos.

La vigilancia de rigor se extiende a la totalidad del predio, a través de rondas permanentes en que se observan las viviendas y los vehículos estacionados, así como también cualquier anomalía que ameritara dar aviso a los dueños o advertir sobre movimientos extraños.