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LA DEMANDA DE VIGILANCIA

Córdoba representa el 15 por ciento de la demanda total de vigilancia privada de nuestro país, el mismo porcentaje que suman entre Santa Fe y Mendoza, en tanto que el área metropolitana de Buenos Aires concentra el 70 por ciento de necesidades de este servicio.

Los requerimientos respecto de este tipo de protección se incrementan día tras día, entre otras razones porque las crecientes necesidades sociales de seguridad han terminado por sobrepasar considerablemente la capacidad de respuesta del Estado.

Ello es así, en mayor o en menor grado, en el orden nacional, lo mismo que en las provincias, de acuerdo con las realidades de cada ciudad, localidad o región, que no son homogéneas pero que coinciden en cuanto al aumento de los riesgos, de los hechos delictivos y de la victimización como la amenaza más temida.

OBSERVAR Y CONTROLAR

En materia de seguridad privada, no todo se reduce, a evitar la comisión de delitos que pudieran implicar daños a personas o robos de bienes, aunque, por cierto, sea lo que más preocupe.

Múltiples son las tareas que deben cumplir los vigiladores privados en todos y cada uno de los objetivos adonde se desempeñan. En materia de seguridad privada integral, la prevención de incidentes (y, eventualmente, de accidentes) pertenece a lo que también es necesario controlar para que la tranquilidad sea el resultado de un servicio que se precie.

En este sentido, los procedimientos de vigilancia, si han de pretenderse efectivos, deben ser amplios y precisos, estipulados en estrictos protocolos, de modo de reducir al máximo las contingencias a que están expuestas las personas y garantizar el cuidado de sus bienes.

Además de la custodia fija en puestos o garitas, el recorrido permanente en distintos sectores de cada lugar forma parte de las funciones profesionales que los guardias deben asumir, apelando a la observación minuciosa, atenta y vigilante.

 

VIGILANCIA EN COUNTRIES Y BARRIOS CERRADOS

En countries, clubes de campo y barrios cerrados (los “conjuntos inmobiliarios”, según la denominación del nuevo Código Civil y Comercial), los vigiladores privados deben controlar, por lo pronto, el ingreso y egreso de transeúntes y automóviles. Es, por así decirlo, su presencia de primera instancia en ese tipo de urbanizaciones.

Los procedimientos en este sentido han de ser minuciosos y consisten, en esa primera instancia, en verificar la identidad (nombre y apellido, número de DNI) de las personas ajenas al lugar; los motivos por los cuales concurren, a quiénes buscan y a qué vivienda se dirigen, así como también las chapas patentes, si accedieran en vehículos.

Con un enfoque preventivo en sus tareas, los guardias controlan que no se produzcan situaciones fuera de lo normal o atípicas, que de alguna manera impliquen riesgos para personas y bienes del lugar, o que representen una ruptura de los códigos de convivencia.

La vigilancia debe extenderse, en rigor, a través de rondas permanentes mediante las cuales se observan las viviendas y los vehículos estacionados, así como también cualquier irregularidad que ameritara dar aviso a los dueños o advertir sobre movimientos extraños.

Los controles de una vigilancia integral abarcan todo el perímetro del lugar, adonde, además de asegurar que las personas que circulan estén autorizadas, se verifica el buen estado de piletas, quinchos, entre otras cosas.