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LOS DELITOS MÁS TEMIDOS

Los asaltos constituyen un caso de alto trastorno para la víctima, dado que se ve cara a cara con el o los delincuentes. Constituyen, por eso mismo, uno de los delitos más temidos y que más influyen en el clima de inseguridad, que lejos está de ser una mera sensación.

Las estadísticas sobre hechos delictivos refuerzan la convicción de que la vigilancia, la prevención y el control son cada vez más necesarios, como complemento de la cobertura, insuficiente, que efectúen las fuerzas policiales.

El informe difundido por el Observatorio del Delito de Córdoba, y que se basó en una encuesta de victimización, precisa que en lo que va de 2020 hubo 22.297 asaltos violentos en la Capital, en comparación con los 23.851 episodios en idéntico período del año anterior.

Si se analiza la provincia en general, la cantidad trepa a 29.641 episodios, contra los 32.461 del año pasado.

En paralelo, el informe dio cuenta de que tres de cada 10 autores de asaltos identificados e inculpados eran menores de edad, una percepción frecuente que, por lo visto, no es equivocada.

LA VIGILANCIA PRIVADA ES UNA INVERSIÓN

En un contexto deficitario por parte de las fuerzas de seguridad estatales para garantizar las condiciones de seguridad fuera del espacio de lo público, la demanda de guardias privados cobra un valor diferencial, además de necesario.

Baste con observar lo que acontece en edificios, residencias particulares, countries, barrios cerrados, empresas e instituciones para comprender la dimensión de esa necesidad, en objetivos adonde sería prácticamente imposible brindar cobertura oficial, en la medida en que la infraestructura no alcanza.

Por eso mismo, la decisión de contratar servicios de vigilancia y control es siempre una inversión. Lo es sobre todo en las actuales circunstancias, habida cuenta del incesante aumento de delitos y la exacerbación de los riesgos.

Las tareas de control y, mejor aún, las de prevención que llevan adelante los vigiladores privados están orientadas a lograr la mayor reducción posible de contingencias que pudieran comprometer la seguridad de personas y de bienes.

HASTA EL ESTADO APELA A LA VIGILANCIA PRIVADA

No es algo nuevo, aunque resulte un tanto paradójico: el propio Estado, que dispone oficialmente de las fuerzas policiales, se ha convertido en un importante usuario de servicios de seguridad privada.

Cada vez más notable, el hecho constituye un indicador inequívoco sobre las crecientes necesidades de protección que se registran no ya sólo entre los particulares, sino también en las dependencias públicas.

Como corresponde administrativamente, los prestaciones para organismos oficiales (que incluyen hospitales, museos, escuelas, institutos, entre otras unidades estatales) se contratan a través de llamados a licitación.

El Estado no es, pues, una excepción a los crecientes requerimientos de prevención y control que experimenta la propia sociedad, en tiempos de ostensible inseguridad ciudadana.