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CON CAPACIDAD PARA OBSERVAR

Para brindar un servicio idóneo en materia de vigilancia, prevención y control, las cualidades de un vigilador se miden, por lo pronto, por su capacidad para ejercer una atenta y minuciosa observación, que está en la base de todo procedimiento preventivo para reducir las contingencias en contextos en que el riesgo siempre está como posibilidad.

Esa aptitud implica la combinación de percepción y registro detallado de cuanto ocurre y, al mismo tiempo, la anticipación a lo que podría suceder.

Es el único modo de garantizar una efectiva custodia de personas y de bienes, cualquiera sea la naturaleza del objetivo que se proteja: instituciones privadas y públicas, empresas, consorcios, grandes superficies, entre otros.

El recorrido y la verificación permanentes por todos los sectores señalados para efectuar la vigilancia consolidan ese servicio, teniendo en cuenta los riesgos evaluados previamente y, por lo tanto, las posibilidades de mayor vulnerabilidad.

VIGILANCIA, ENTRE EL CONTROL Y LA PREVENCIÓN

A través de la atenta observación y la evaluación certera de las contingencias posibles según las circunstancias de tiempo, modo y lugar, los vigiladores privados deben estar capacitados para actuar anticipándose a los hechos.

En esa aptitud radica el concepto de seguridad, entendido como la ausencia de riesgos o su máxima reducción mediante la prevención.

Precisamente, lo que cuenta en los guardias es, sobre todo, la percepción entrenada y la capacidad de “mirar” de un modo preciso lo que acontece hasta inferir, llegado el caso, lo que podría ocurrir.

Ese enfoque resulta imprescindible, en la medida en que se trata de evitar la comisión de delitos derivados de situaciones riesgosas en que podrían perpetrarse atentados contra las personas, así como también hurtos y/o robos de bienes

OBSERVAR Y CONTROLAR

En materia de seguridad privada, no todo se reduce, a evitar la comisión de delitos que pudieran implicar daños a personas o robos de bienes, aunque, por cierto, sea lo que más preocupe.

Múltiples son las tareas que deben cumplir los vigiladores privados en todos y cada uno de los objetivos adonde se desempeñan. En materia de seguridad privada integral, la prevención de incidentes (y, eventualmente, de accidentes) pertenece a lo que también es necesario controlar para que la tranquilidad sea el resultado de un servicio que se precie.

En este sentido, los procedimientos de vigilancia, si han de pretenderse efectivos, deben ser amplios y precisos, estipulados en estrictos protocolos, de modo de reducir al máximo las contingencias a que están expuestas las personas y garantizar el cuidado de sus bienes.

Además de la custodia fija en puestos o garitas, el recorrido permanente en distintos sectores de cada lugar forma parte de las funciones profesionales que los guardias deben asumir, apelando a la observación minuciosa, atenta y vigilante.