LA INSEGURIDAD COMO AMENAZA

Las consecuencias de los hechos delictivos y la violencia son graves y duraderas. El crimen y el miedo a la victimización reducen considerablemente el bienestar y constituyen una amenaza al desarrollo: distorsionan la asignación de gastos públicos y privados, generan daños y pérdidas irreparables, alterando, además, nuestras rutinas diarias.

Desde una perspectiva psicosocial, atravesamos en nuestro país otra pandemia, no ya sólo la de la enfermerdad por el coronavirus: la pandemia en el sentimiento de inseguridad, según coinciden en advertir los especialistas en la materia en un informe elaborado por el Observatorio de la Deuda Social de la UCA.

Esa situación genera anomia, con ruptura de los lazos de solidaridad y de apoyos mutuos. Se exacerba la desconfianza hasta el quiebre de la solidaridad comunitaria, se tiende a evitar el uso de los espacios públicos y se extiende el temor a convertirse en víctima.

LA SEGURIDAD PRIVADA CRECE

Los requerimientos de seguridad privada en América latina registran una tasa de crecimiento anual del 7 por ciento, en tanto que en la Argentina alcanza el 5 por ciento.

En ese orden, resulta notable la expansión de los servicios de vigilancia, prevención y control privados en nuestro país, sobre todo en las principales ciudades de distintas provincias, adonde la inseguridad se ha extendido incluso en localidades relativamente pequeñas.

Sin embargo, en contextos socioeconómicos disímiles, Colombia, Brasil, Chile y Uruguay muestran una mayor demanda de este tipo de prestaciones, con una creciente participación de los vigiladores, frente a la competencia estatal sobre la seguridad como bien público.

En lo que respecta al número de vigiladores, en la Argentina se verifica la presencia de 1 guardia cada 273 habitantes; en Uruguay, 1 cada 269, y en Chile 1 cada 171.

POR LA SEGURIDAD COMUNITARIA

El fortalecimiento de la seguridad integral comunitaria, particularmente en tareas de prevención y control, reconoce en los vigiladores privados uno de sus protagonistas fundamentales.

Es un hecho que se verifica día tras día frente al incremento de los riesgos y la extensión del fenómeno de la inseguridad pública que abarca sectores urbanos no ya sólo de escasa población sino también concurridos, y en horas dispares.

Los problemas de seguridad comunitaria han crecido al ritmo del desarrollo urbano, es verdad; sin embargo, la criminalidad toca zonas y barrios del mismo modo que en sectores céntricos. La vigilancia se ha tornado pues más necesaria que nunca, allí donde los mecanismos de control son fundamentales para prevenir y evitar los hechos delictivos.

Ello es así, sobre todo, por cierto, en Córdoba capital y en ciudades del interior de mayor expansión urbana, como, por caso, Río Cuarto, San Francisco, Villa María, Carlos Paz y Bell Ville, entre otras, adonde las necesidades de custodia complementaria a las prestaciones de las fuerzas policiales se han incrementado en proporción directa al aumento de los delitos que atentan contra personas y bienes.