VIGILAR ES PREVENIR

Todo sistema de vigilancia que se precie (sea únicamente física o bien combinada con recursos de la seguridad electrónica) tiene sentido en la medida en que sea, antes que nada, preventiva.

Ese atributo es vital en todo objetivo, cualquiera sea su naturaleza, esto es: en edificios, residencias particulares, countries, barrios cerrados, empresas e instituciones.

De lo contrario, la vigilancia no sería efectiva para reducir al máximo posible las situaciones de riesgo, que, como se sabe, se han exacerbado por distintas razones en nuestra sociedad. Y que se reflejan, sobre todo, en la creciente demanda de protección para evitar distinto tipo de delitos, como, por caso, hurtos, robos, atentados contra las personas, entre otros.

Contextualizada de acuerdo con las características de las ciudades contemporáneas, señaladas por el crecimiento de la criminalidad incluso oficialmente no registrada, la vigilancia privada ha llegado para quedarse.

Más aún, día a día expande sus prestaciones en proporción a las limitaciones de las fuerzas policiales para garantizar la seguridad fuera del denominado “espacio de lo púbico”

Si el incremento de los riesgos se ha tornado cada vez más preocupante, tanto más imprescindible ha de ser la necesidad de preservar bienes y personas. Tanto más apremiante también el requerimiento de tranquilidad, un valor que, en las actuales circunstancias, define lo que se ha dado en llamar “calidad de vida”.