VIGILADORES Y OBSERVADORES

Cualquiera sea la naturaleza del objetivo que se proteja: instituciones privadas y públicas, empresas, consorcios, grandes superficies, entre otros, las cualidades de los guardias se miden por la combinación de aptitudes y actitudes. 

Si la observación es clave, no lo son menos el recorrido y la verificación permanentes por todos los sectores señalados para efectuar la vigilancia, sobre todo teniendo en cuenta los riesgos evaluados previamente y por lo tanto las posibilidades de mayor vulnerabilidad.

La capacidad de observación de un vigilador es una aptitud de percepción y registro de lo que ocurre, pero también de anticipación a lo que podría suceder. Es, por eso mismo, uno de los atributos más relevantes de un guardia, en la medida en que está en la base del procedimiento preventivo destinado a reducir las contingencias en contextos en que el riesgo siempre está como posibilidad.

De ahí que la efectiva custodia de personas y bienes requiere, en rigor, la posición de vigía, en alerta por cualquier eventualidad, en un contexto social de exacerbación de los peligros en que la inseguridad no es, como se suele decir oficialmente, una sensación.

Desde esa perspectiva, en términos de seguridad integral, el control resulta esencial a la prevención de incidentes de distinta naturaleza