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LA VIGILANCIA PRIVADA NO ES PARA CUALQUIERA

En las actuales circunstancias, los servicios de vigilancia, prevención y control privados se han tornado fundamentales para la protección de personas y bienes.

Pero no se trata de cualquier prestación, por cierto, sino de aquella que esté garantizada por guardias formados profesionalmente, calificados por su elevada capacitación. Tampoco cualquier organización, sino la que acredite firmeza jurídica, transparencia institucional, así como también documentación fiscal y administrativa en regla.

Los requerimientos de vigilancia resultan proporcionales al incremento de la inseguridad, en cuyo contexto el aumento de la delincuencia oficialmente registrada (y que se verifica en distintos segmentos socioeconómicos) es un dato evidente, como lo indican relevamientos nacionales y provinciales.

No por casualidad, la inseguridad encabeza el ránking, por así decirlo, de las preocupaciones sociales, sobre todo en la vida urbana, y no ya sólo en sectores periféricos o marginales sino en lugares céntricos adonde la asistencia policial es más visible o tiene mayor presencia.

Lo que ocurre, en ese sentido, es que la inseguridad como sensación se exacerba toda vez que al Estado, que ostenta el ejercicio del monopolio de la fuerza, no le resulta posible garantizar la cobertura integral para la protección.


VIGILANCIA BIEN ORGANIZADA

Los protocolos de seguridad deben adecuarse en términos operativos a la modalidad de vigilancia pertinente según la naturaleza del objetivo. Se trata de procedimientos acordes a lo que se haya estipulado mediante contrato y, además, a las evaluaciones de riesgo efectuadas por especialistas para detectar con precisión las necesidades de custodia para la protección de bienes y personas.

De acuerdo con lo que se prescriba según cada situación, las correspondientes áreas de la organización que presta el servicio de vigilancia deben verificar regularmente la correcta ejecución de los protocolos.

Establecidos formalmente, los protocolos implican una metodología clara y unificada sobre las reglas operativas que deben observarse de modo estricto, de modo de garantizar calidad de las prestaciones y asegurar a los clientes rigor profesional.

MÁS VIGILANCIA PRIVADA, MENOS CONTINGENCIAS

Las tareas de control y, mejor aún, las de prevención que llevan adelante los vigiladores privados están orientadas a lograr la mayor reducción posible de contingencias que pudieran comprometer la seguridad de personas y de bienes.

Al fin de cuentas, el propósito principal es alcanzar tranquilidad en la vida cotidiana, uno de los indicadores más relevantes del bienestar.

En ese sentido, la decisión de contratar servicios de vigilancia y control es siempre una inversión. Lo es sobre todo en las actuales circunstancias, habida cuenta del incesante aumento de delitos y la exacerbación de los riesgos.

En un contexto deficitario por parte de las fuerzas de seguridad estatales para garantizar las condiciones de seguridad fuera del espacio de lo público, la demanda de guardias privados cobra un valor diferencial, además de necesario.