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VIGILANCIA PRIVADA: SIEMPRE ESENCIAL

En el marco de la emergencia sanitaria para evitar la propagación del coronavirus, que ha determinado un estado o régimen de excepción, a pesar de las actividades flexibilizadass e verifica un incremento de las necesidades de seguridad.

El rol de los vigiladores, oficialmente declarado esencial, debe responder a distintas consideraciones de modo, tiempo y lugar, a los que deben adecuarse los protocolos de actuación.

En materia de seguridad privada, tener bajo control los principales factores que determinan un efectivo servicio de vigilancia depende en buena medida de los procedimientos que se estipulen que, en condiciones normales, deben aplicarse de acuerdo con la naturaleza de los objetivos y con estricta observancia de lo convenido.

En situaciones de excepcionalidad, como acontece por el Covid-19, la reducción de las contingencias a que están expuestas las personas, así como también el cuidado de sus bienes, exige la observación atenta de la realidad, la evaluación circunstanciada de los riesgos y modalidades operativas integrales

OBSERVAR Y CONTROLAR

En materia de seguridad privada integral, la prevención de incidentes (y, eventualmente, de accidentes) pertenece a lo que también es necesario controlar para que la tranquilidad sea el resultado de un servicio que se precie.

No todo se reduce, pues, a evitar la comisión de delitos que pudieran implicar daños a personas o robos de bienes, aunque, por cierto, sea lo que más preocupe.

En este sentido, los procedimientos de vigilancia, si han de pretenderse efectivos, deben ser amplios y precisos, estipulados en estrictos protocolos, de modo de reducir al máximo las contingencias a que están expuestas las personas y garantizar el cuidado de sus bienes.

En rigor, múltiples son las tareas que deben cumplir los vigiladores privados en todos y cada uno de los objetivos adonde se desempeñan.

Además de la custodia fija en puestos o garitas, el recorrido permanente en distintos sectores de cada lugar forma parte de las funciones profesionales que los guardias deben asumir, apelando a la observación minuciosa, atenta y vigilante.

EL VIRUS DE LA INSEGURIDAD

Es verdad que en estos días pandémicos a muchos argentinos los embarga el miedo de contagiarse del Covid-19 y entonces adoptan medidas preventivas. Muchos temen, además, por los efectos negativos que este fenómeno epidemiológico ha provocado sobre la economía. Sin embargo, el virus de la inseguridad, que se propaga de manera inquietante, hace estragos y su daño es también considerable.

El miedo a al delito, en sus distintas formas, es compartido mayoritariamente por todas las clases sociales: 9 de cada 10 connacionales se consideran potenciales víctimas de la delincuencia.

De ahí la necesidad de ser precavidos en ese sentido y, por lo tanto, el incremento en la demanda de vigilancia como un antídoto, por así decirlo, frente a un contexto de excepcionalidad que ha generado situaciones incluso de mayor riesgo.