POR LOS RIESGOS PERSONALES Y COMUNITARIOS

El incremento de los riesgos se ha tornado cada vez más preocupante, de donde resulta imprescindible la protección de bienes y personas. En esa medida, tanto más apremiante es también el requerimiento de tranquilidad, que tiene directa incidencia en la calidad de vida, en el orden personal lo mismo que en el plano comunitario.


Propia de las ciudades modernas, que ostentan elevadas tasas de criminalidad, esta situación se refleja, por cierto, en la creciente demanda de vigilancia privada para evitar distinto tipo de delitos, como, por caso, hurtos, robos y atentados contra las personas, entre otros.
Si bien se mira, en ese sentido, una vida tranquila no es otra cosa que una vida segura, con garantías de cuidado y custodia.