PARA DETENER LA INSEGURIDAD

El incesante aumento de la delincuencia oficialmente registrada desmiente de día en día el remanido argumento sobre la presunta sensación de inseguridad que experimentarían ciudadanos incluso bien informados e instala la percepción real de que el delito, en sus distintas formas, ha venido para quedarse.
 
Ello es así, aun cuando en este caso no se cuantifique la “cifra negra” de la criminalidad, al margen de las estadísticas gubernamentales, pero que opera en la práctica -y en diversas variantes-, diseminada por los cuatro puntos cardinales de la Provincia de Córdoba.
 
El concurso insuficiente de las fuerzas policiales para prevenir las situaciones de riesgo y combatir efectivamente a tanto malhechor obliga a incrementar correlativamente la habilitación gubernamental al sector privado para complementar mediante tareas de vigilancia, prevención y control.
 
Sin vigilancia privada, imposible parar la inseguridad.
 
Exacerbada la sociedad del riesgo, la calidad de vida está fuertemente determinada por el temor, por el miedo, uno de los males endémicos de este tiempo.
 
Y bien: la necesidad de vivir con tranquilidad forma parte de la demanda cotidiana que es posible verificar, con diferencias de grado, en distintos segmentos socioeconómicos, sea de manera individual, o bien desde instituciones, empresas públicas y privadas, entre otros sectores.
 
La inseguridad se ha convertido, pues, en unos de los asuntos más preocupantes y de mayor relevancia, en un contexto en que el Estado, por mucho que se esfuerce en el ejercicio del monopolio de la fuerza, no alcanza a garantizar, sin embargo, la cobertura integral para la protección de personas y de bienes…