EL EJEMPLO DE LAS COOPERATIVAS

Recientemente la organización Oxfam, con sede en Gran Bretaña pero de alcance internacional, publicó un minucioso informe con datos alarmantes sobre el aumento de la desigualdad en el mundo y el cada vez más inequitativo reparto de la riqueza.

Entre los datos más salientes, la investigación arroja que:

El 82% del crecimiento de la riqueza mundial durante (2017 fue a parar a manos del 1% más rico del planeta. El año pasado se produjo el mayor aumento en el número de milmillonarios de la historia, uno cada dos días.

Actualmente, hay 2043 personas con fortunas por encima de los mil millones de dólares, de las cuales nueve de cada diez son hombres.

Los últimos datos de Credit Suisse indican que 42 personas poseen actualmente la misma riqueza que los 3.700 millones de personas más pobres del mundo.

En los próximos 20 años, 500 de los hombres más ricos del mundo traspasarán más de 2,4 billones de dólares a sus descendientes (por herencia).

El extenso trabajo de los analistas, deriva en una serie de conclusiones, entre las cuales se incluye al sector de la economía social y solidaria, como un modelo a adoptar para revertir este pavoroso escenario.

Menciona que las organizaciones tratan de romper el molde, remarcando que “ejemplos de estas iniciativas son las cooperativas, los modelos de empresas que son propiedad de su personal, que priman la misión y los valores, las empresas de interés público, los negocios sociales y el comercio justo. Hay estudios que muestran que las empresas que son propiedad de su personal generan más empleos y pagan mejores salarios”.

Y finaliza con una serie de recomendaciones a los gobiernos, entre ellas: “Ofrecer incentivos para los modelos de negocio que den prioridad a la obtención de beneficios más justos, incluidas las cooperativas y las empresas en las que el personal participe en la gestión y en la cadena de producción”.

Casi en simultáneo, la revista La Gaceta de Cooperar, publicó un artículo desprendido de otro informe, esta vez del profesor Johnston Birchall, de la Universidad de Stirling para la organización inglesa Cooperatives UK.

En la publicación colega, se destacan las definiciones del catedrático: “Las cooperativas pueden combinar la experiencia necesaria para administrar un negocio multimillonario con mecanismos para que sus miembros controlen las decisiones estratégicas y una parte de los beneficios”.

El universo total de cooperativas se compone de 1217 millones de personas –dice Birchall- y genera fuentes de trabajo para 280 millones, el 10% de la población ocupada en el mundo. Las 300 más grandes tienen una facturación total de 2,16 billones de dólares y contemplan mecanismos para garantizar que las decisiones que toman sean impulsadas por sus miembros”.

“A través de una combinación de estrategias de participación de los miembros, elecciones a la junta directiva y poderosos organismos representativos que supervisan la gestión, las grandes cooperativas equilibran las acciones necesarias para llevar adelante una empresa global con participación inclusiva de las partes interesadas”.

“Si bien la élite empresarial se reúne en Davos, harían bien en analizar la alternativa cooperativa que ya está marcando la diferencia en las vidas de las personas en todo el mundo”.

Quizás resulte oportuno detenerse unos minutos a revisar estos informes, y preguntarse si el mutualismo, movimiento nacido y criado en los valores solidarios, no debe tener una participación de relevancia en estas propuestas inclusivas. De hecho, las mutuales destinan los excedentes de sus recursos a las comunidades donde están insertas a través de una multiplicidad de servicios, y poseen las mismas herramientas que otras organizaciones de gestión colectiva.